No sirve de nada querer demostrar algo, cuando no lo has mostrado.
No sirve de nada decir que eres puntual, si muestras que llegas tarde compadre. Si muestras que llegas tarde, demuestras que llegas tarde.
No sirve de nada decir que eres un coach o jefe estupendo, que meditas, que predicas, que haces cursos, que haces milagros para que la gente se encuentre consigo misma. Si luego muestras como tratas a tus empleados.
Oh, vaya jefe, vaya Coach.
Encuéntrate primero a ti mismo.
Si gritas.
Te muestras. Demuestras que gritas.
De qué sirven entonces tus másters, tus cursos, tus carreras, tus recursos y los recursos que tus padres depositaron en tu mochila.
No sirve de nada querer demostrar algo, cuando no lo has mostrado.
De qué sirve el dinero que ganas si cuando entro en tu empresa, veo cubículos oblicuos de almas vacías, de caras sin rostro, de miradas perdidas.
De qué sirve tu casa entonces, tu coche y la madre que te parió, si al cerrar la puerta nadie es capaz de mostrarse tal y como es delante de ti.
Como decía mi amigo Jesús con sus 96, lo importante no es el dinero, lo importante es el color del dinero.
Muestra y no tendrás que demostrar, muestra amabilidad, muestra buen talante, muestra templanza, muestra integridad, muestra coherencia, bondad, empatía.
Muestra.
Demuestra.
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