Vivo en un barrio tranquilo de Madrid, mi ventana da a la parte de la piscina de mi urbanización.
El otro día, asomado en la ventana de mi casa escuché a un vecino hablar del nuevo deportivo que se había comprado.
Lo describía también, que me dieron ganas de comprarme uno.
Rojo, era rojo, caballos más que en el hipódromo, las llantas màs grandes del mundo, sólo le falta volar, decía.
El vecino dibujó en mi cabeza el deportivo con su descripción.
Cuando empecé a escribir los newsletter los escribía por varias razones.
Por escribir
Para aprender a escribir mejor con la práctica diaria
Para probar
Para saltar
Que no.
Mentira todo.
Todo mentira.
En realidad, la verdadera motivación, al igual que el vecino de mi urbanización, es la que tenemos todos desde el principio de los tiempos.
El deseo de ser aceptado, de ser apreciado, valorado, de reconocimiento de tener su atención de sentirnos importantes.
Nadie lo dice, pero es universal, no hay más que ver lo que se hace por un like, por un gesto de aprobación.
Necesitamos aprobación y la estima de los demás y eso guía gran parte de lo que compramos, hacemos o decimos.
Esa es la motivación más profunda del newsletter semanal y aunque me JO…. que también, veo aplausos y aprobación, admiración…
Y si miro más profundo, el dinero también hace su aparición, también hay una motivación monetaria en esto, pero eso no me JO….
Eso es la vida misma.
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